
Al contemplar su 60 aniversario en las Hermanas de la Providencia, hna. Fidela Adriano recuerda el pensamiento del teólogo y ético cristiano danés Søren Kierkegaard: «La vida sólo puede entenderse hacia atrás; pero debe vivirse hacia adelante».
Sr. Fidela se unió a la congregación tras casi una década como enfermera diplomada en su Filipinas natal. Es una conversa al catolicismo, pero se encontró con que las órdenes religiosas de su tierra natal no querían aceptarla debido al matrimonio civil de sus padres.
Eso me llevó a un prolongado discernimiento. P. Leo Bourque, padre del Santísimo Sacramento, que la bautizó cuando se convirtió al catolicismo y se convirtió en su director espiritual, la remitió a las Hermanas de la Providencia. Para comprender su vida en su totalidad es necesario tener en cuenta algunos de los muchos retos a los que se ha enfrentado: la muerte de su madre en la Segunda Guerra Mundial, su regreso a Filipinas sólo después de la muerte de su padre y sus experiencias ayudando a formar una nueva comunidad SP durante el violento golpe de Estado contra el ex presidente Ferdinand Marcos.
Sr. Fidela dice que para ella la Providencia es la presencia de Dios que ama y nutre.
«Todo lo que hago, siento que el Espíritu Santo me guía. Pasara lo que pasara en mi vida, Dios me cuidó y nunca me abandonó. Cuando pasan cosas, lo importante no es lo que ha pasado, sino cómo reaccionas», afirma.
Cuando emigró a Estados Unidos para unirse a la congregación, la hna. Los primeros destinos de Fidela fueron el Hogar de Ancianos St. Joseph de Spokane. También trabajó en Missoula (Montana) y en el Hospital St. Mary de Walla Walla (Washington) como enfermera diplomada.
Su camino la llevó a la educación pastoral clínica (CPE) en el Hospital St. Joseph de Albuquerque, N.M., y luego al Departamento de Atención Pastoral de St. Con el tiempo, trabajó en la pastoral del Sagrado Corazón de Spokane.
«Cuando eres joven, quieres hacerlo todo», dice la Hermana Fidela, cuyo nombre religioso era su nombre de pila al revés: Hermana Fidela. Rosario Fidelis. «Pero sólo podemos vivir el presente y el futuro aún no ha llegado. Fuera donde fuera, pasara lo que pasara, pensé que esa era mi vida y que debía adaptarme, hacer amigos y confiar en la Providencia».
Para ella, la celebración del jubileo es, en muchos sentidos, dar las gracias a Dios. Una forma de testimoniar a la gente la bondad de Dios.
«El regalo que Dios te hace es tu vida y es bueno transmitir ese regalo a otra persona», dice.
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