El primer caso estadounidense de COVID-19 se diagnosticó el 20 de enero de 2020 en un hospital de Providence, a las afueras de Seattle. Más de un año después, es importante reconocer la magnitud de las vidas perdidas a causa del COVID-19. En el momento de escribir estas líneas, superamos las 500.000 muertes sólo en nuestro país. Para muchos de nosotros, dentro de esta cifra difícil de asimilar hay pérdidas individuales que son profundamente personales.
Dediquemos un momento a rezar por las madres, los padres, los abuelos, los hijos, los hermanos, las hermanas, los tíos, las sobrinas, los sobrinos, las parejas, los amigos y los vecinos afectados por el coronavirus, así como por los innumerables seres queridos que han quedado atrás sumidos en el dolor.
Dios de toda gracia y providencia,
Tú eres nuestro pastor que camina con nosotros por todos los valles.
Acompáñenos mientras recordamos el impacto humano de la pandemia en nuestro país.
Sé consuelo para los que lloran.
Sé fuerza para los que están a punto de flaquear.
Sé amoroso con los que están divididos.
Sea el descanso eterno para los que han muerto.
Ayúdanos a confiar en ti, a seguirte y a amarte por tu bondad hoy y siempre.
Adaptación de una oración de CHAUSA.org