Si tienes la suerte de recibir una beca en el programa Beca de las Hermanas de la Providencia en El Salvador, nadie te entrega un cheque y te dice «¡Buena suerte! Nos vemos cuando vuelvas a solicitarla el año que viene».
Este programa en evolución no sólo pretende poner el acceso a la educación al alcance de los jóvenes salvadoreños de las aldeas de la región del Bajo Lempa/Jiquilisco; aspira a mucho más.
«Esto es educación en su sentido más amplio», dijo en una entrevista reciente la hermana Kathryn «Kitsy» Rutan, una de las fundadoras del programa de becas. «Esto es educación puesta en acción convirtiéndonos en ciudadanos comprometidos».
Las primeras becas se concedieron a mediados de la década de 1990, pero el programa se revitalizó en 2015 para centrarse más claramente en la misión del programa y en la participación activa de los estudiantes y sus familias en la mejora de la calidad de vida en ese pequeño rincón de El Salvador a través de la educación y la colaboración.
Factores de riesgo
En la actualidad, las Hermanas de la Providencia que forman parte de la comunidad local de Torogoz (que recibe su nombre del ave nacional de El Salvador) están especialmente capacitadas para desempeñar esta función ministerial. Sor Marita Capili, presidenta del Consejo de Administración del Programa Providence Beca, tiene experiencia profesional como administradora en una cadena hotelera internacional. La hermana Marcia Gatica, estudiante de psicología social en la Universidad Jesuita de América Central, aporta una comprensión de los procesos de motivación y evaluación de proyectos personales y de grupo, incluido su impacto en la persona y en la comunidad.
Dos antiguos becarios, Delmi Ayala, PA, y Tulio Mancia, PA, aportan su experiencia personal y cultural, así como sus conocimientos administrativos y técnicos.
Juntos, guían a los estudiantes a través del proceso de solicitud y los criterios exigidos, que incluyen una media acumulada de notas de 7 (el equivalente a un aprobado o un notable), y aprobar en todos los cursos. Los que reciben una beca -120 en 2015- siguen teniendo obstáculos y retos que superar, como demuestra una tasa de abandono que redujo esa cifra a 84.
«Hay factores de riesgo en este programa», explicó la hermana Kitsy. «Los estudiantes abandonan porque su situación vital cambia».
Para una mujer joven, eso puede significar tener un bebé o que la necesiten en casa para cuidar de sus hermanos; para un hombre joven, puede significar que la necesiten para ayudar en el campo o que uno de sus padres la anime a cruzar la frontera con Estados Unidos, encontrar trabajo y enviar dinero a casa. A veces, una puerta que parecía cerrada permanece abierta. Ese podría ser el caso de una becaria que se marchó para cuidar de su recién nacido pero que piensa volver a solicitarla, o el de un joven que regresa a casa tras ser deportado.
El programa Beca es más que un cheque para pagar la matrícula y comprar libros y material, dice la Hermana Kitsy. Se trata de comprometerse a asistir a las reuniones mensuales sobre becas que se celebran en la casa de las hermanas en La Papalota, y de aportar los documentos requeridos: un informe oficial de las notas actuales, un justificante del colegio o universidad, y un informe detallado sobre el componente más importante del programa de becas, el Amor Solidario proyecto.
«Amor Solidario es amor en acción solidaria con los demás», explicó la Hermana Kitsy. «Es dar y recibir mutuamente; compartir con los demás y trabajar junto a otros por el bien común».
Los proyectos son el corazón del programa
Una vez cumplidos estos requisitos, los alumnos reciben un sobre con dinero para pagar la escolaridad del mes siguiente y un vale en blanco para el mes siguiente. Los estudiantes de secundaria menores de edad reciben un cheque a nombre de un adulto, normalmente la madre. Si falta alguno de los prerrequisitos, no hay comprobación y el estudiante tiene una semana para volver y aportar lo que falta.
Los proyectos Amor Solidario de los estudiantes son el corazón del programa de becas Beca. Las preguntas desarrolladas por la Hermana Marcia profundizan para guiar el proceso: ¿Cuál es el nombre de su proyecto? ¿Cuál es su plan? ¿Quién se verá afectado/transformado y cómo? ¿Cómo le afectará/transformará y de qué manera?
A principios del curso escolar se aprueban los planes de los proyectos, se supervisan los avances y se visitan los lugares de los proyectos dos o tres veces. Los alumnos deben escribir los informes de sus proyectos en un ordenador, utilizar Font 12, publicar información y fotos en el sitio Facebook del programa e incluir palabras de afirmación o apoyo que hayan recibido de otras personas.
El proyecto puede ser realizado por un estudiante o por un grupo de no más de seis estudiantes. Se fomenta la colaboración y la creación de redes con funcionarios locales, vecindarios y grupos comunitarios. «Este trabajo en red ayuda a los jóvenes a comprender que tienen que trabajar juntos», afirma la Hermana Kitsy. «En el proceso cambiamos nosotros, y cambia la comunidad por trabajar juntos en una causa común».
Ejemplos de proyectos de estudiantes dejan claro por qué este programa de becas Beca es importante. En Linares, un pueblo pobre de montaña, unos estudiantes decidieron hacer algo contra la basura que se arrojaba a la orilla de un río donde la gente se baña y las mujeres lavan la ropa. Querían hacer algo más que limpiar la basura, sino también ayudar a la gente a aprender a no tirarla allí, explicó la hermana Kitsy. Lo que se necesitaba era un lugar donde recoger la basura y llevarla a otro sitio. La solución fue conseguir un gran barril de metal, cortarlo en dos y colocarlo en un soporte giratorio encima de una plataforma de hormigón. El barril puede vaciarse volcándolo. ¿Están orgullosos de su esfuerzo? El cartel pintado en el barril -Programa Providence Beca – Amor Solidario- lo dice todo.
Diplomacy participó en otro proyecto estudiantil para detener el flujo de agua de la parte trasera de una casa a un vertedero. Los estudiantes tuvieron cuidado de no interferir en la vida privada y doméstica del residente, pero animaron a colaborar con la administración de la Beca, el servicio de aguas y los responsables de la comunidad local para limpiar el lugar.
Otro proyecto consistió en la colaboración de dos estudiantes con una escuela primaria local para construir un huerto en los terrenos de la escuela y buscar donaciones para financiarlo. Eso encajaba perfectamente con el programa de estudios de economía agrícola de uno de los estudiantes. Las Hermanas de la Providencia de la comunidad local de Torogoz ayudaron con dinero de su fondo de limosnas y mediante el préstamo de una camioneta.
No todos los proyectos son de esa envergadura. Algunos estudiantes han optado por dar clases particulares a otros, entre ellos uno que se ofreció a enseñar a leer y escribir a un hombre de unos 60 años. El objetivo es el cambio a cierto nivel, ya sea a corto, medio o largo plazo. La Hermana Kitsy dijo que los estudiantes de Beca deben publicar fotos que documenten sus proyectos en la página de Facebook del programa de becas. Los proyectos más eficaces se reconocen, comparten y aplauden en las reuniones mensuales.
«Me enorgullece decir que, en 1 año y medio, el programa de becas Beca ha crecido junto con los jóvenes que participan en él», afirma entusiasmada la hermana Kitsy. «Estamos viendo progresos mientras crecemos juntos».
El programa sigue el progreso de los estudiantes
La hermana Marita, presidenta del programa, la auxiliar administrativa Delmi Ayala y el técnico Tulio Mancia han desarrollado un programa estadístico y un banco de datos en el que figuran todos los solicitantes y becarios, junto con su información familiar, edad, ingresos, escuela, campo de estudio y progreso educativo. Ofrece una herramienta vital para medir los resultados a lo largo del tiempo y para redactar referencias para trabajos y/o estudios posteriores.
Este año, el Programa Beca añade el objetivo de llegar a los jóvenes y a sus padres en las zonas más rurales del departamento de Jiquilisco, donde muchos jóvenes no van a la escuela más allá del noveno grado. La Hermana Marita dijo que visitarán escuelas y familias para animar a los estudiantes a que al menos permanezcan en la escuela hasta obtener el título de secundaria, lo que les dará más posibilidades de encontrar trabajo. También visitarán el despacho del alcalde para animar a los funcionarios a colaborar para sufragar los gastos de transporte de los estudiantes debido a la distancia del viaje.
Este año, el programa Beca cuenta con 22 estudiantes de bachillerato que se gradúan en y están interesados en cursar estudios superiores técnicos y profesionales. La Hermana Marita dijo que el programa está ayudando a los estudiantes a elegir escuelas técnicas y universitarias en las que matricularse y animando a los alumnos a realizar un examen profesional gratuito que imparte la Universidad Gerardo Barios.
Una de las primeras preguntas que hace la gente en Estados Unidos cuando oye hablar del programa Beca es cómo puede ayudar y apoyarlo, explica la Hermana Kitsy. La respuesta es sencilla: DONAR.
«La Provincia Mother Joseph ha sido muy generosa» con el programa Beca, afirma, financiando gastos de capital para mejorar el espacio de reunión y la oficina mediante la renovación y ampliación de la casa, el suministro de un ordenador, la instalación de aire acondicionado y la construcción de un nuevo suelo de cemento y un tejado.
«Cuando usted dona, su contribución garantiza que dispondremos del equipamiento necesario para atender a los estudiantes y matricularlos en la escuela», añadió. El presupuesto anual del programa es financiado por la provincia, y las donaciones al ministerio en El Salvador se reconocen como destinadas al Programa Beca.
Además de la propia ayuda para becas y otras necesidades del programa, los donativos contribuyen a proporcionar los bocadillos y las bebidas de fruta natural que se sirven a los estudiantes en la reunión mensual, una idea de la Hermana Marita que aportó un nuevo brillo a los ojos de los estudiantes.
«Ustedes contribuyen a todo eso», es el mensaje de la hermana Kitsy a los donantes del programa Beca. «¡Providencia de Dios, te damos gracias por todo!»